Cuando era chica era bastante mañosa para comer, recuerdo cuando íbamos a comer afuera siempre pedía lo mismo “pollo asado con papas fritas”; aunque solo me comía las papas, cuando me llevaban a tomar helados lo primero que pedía era la famosa y jamás olvidada “copa payaso”que era solo una bola de helado de vainilla (que ni siquiera era mi favorito) con un cono arriba y ojos de Chubi, pero no podía de dejar de pedirla era una adicción, pensando en la famosa copa me di cuenta que cuando uno es chico puede ser la comida más mala del mundo, pero si le hacen una carita, cambia inmediatamente como si la jodida cara le cambiara el sabor a las cosas, vamos por otro lado, las golosinas, se repite el modus operandus, gomitas en forma de osos, las encontraba malísimas pero las comía por la forma, comenzaba por la cabeza, la estiraba al máximo hasta que el pobre oso quedaba decapitado, luego venían las extremidades, jejeje era toda una descuartizadora. Otra famosa golosina era “el sapito “, si, ese mismo de “dos en uno”, hacia lo mismo, primero la cabeza, seguido de la mutilación de las extremidades, me pregunto ¿Por qué hacíamos esas cosas cuando pequeños?, será que en nuestras cabecitas infantiles se oculta un asesino en serie mmm, otro caso sin resolver…
